Capítulo 2 - Los amigos, la vaca y el pergamino

Laura y yo solíamos salir a jugar con los demás niños del lugar.... claro, los niños por un lado jugábamos luchitas, fútbol, deportes “salvajes” y hacíamos muchas travesuras, por su lado, las niñas jugaban entre ellas a quién sabe qué cosas que, aunque siempre sentíamos la curiosidad, nunca demostramos el interés. Sin embargo, aunque jugamos por separado, convivimos padrísimo entre los dos bandos y de repente nos juntamos a hacer actividades neutrales.

Mis amigos se llaman Antonio, Fernando y Gerardo y vamos en la misma escuela, aunque Fernando y Gerardo van en el mismo salón, y Antonio y yo en otro en los recreos siempre nos reunimos.

Antonio es el líder del grupo y tiene siempre muy buenas ideas, es quien nos convence siempre de hacer las travesuras más locas y se encarga de la estrategia.. Además de nosotros todos los demás compañeros de la escuela lo respetan mucho, es muy decidido y parece que no le tiene miedo a nada (aunque tampoco se acerca nunca a la puerta rara), cuando siente que se está cometiendo una injusticia de inmediato aboga a favor del inocente o del indefenso… a veces es un poco enojón y desesperado, por lo que en varias ocasiones en las travesuras que él idea con genialidad nos ha metido en problemas porque no puede aguantarse las ganas de asomarse al escondernos. Es muy blanco y tiene pequitas en la cara, también tiene los ojos verdes, un poco rasgados y el pelo rubio muy, muy lacio.

Gerardo es el más alto de todos, es muy grande y fuerte, el mejor en cualquier deporte, el equipo en el que él juega siempre gana, cuando le pasan el balón, mete gol, así funciona. Tiene los ojos grandes y el pelo castaño, siempre muy cortito. Es muy bonachón y también suele tener muchos amigos. Aunque no es una persona que se caracterice por ser muy inteligente (está repitiendo el cuarto año con nosotros), de repente se le ocurren “ideas sin querer”. Todos quieren ser su amigo, sobre todo porque nadie quiere ser su enemigo. Muy pocas veces se enoja, pero cuando le ha pasado es como un tren sin frenos. Gerardo tiene un punto débil: las niñas.... sobre todo una en particular lo tiene muy atarantado, su nombre es Mariloli Bonafuente y vive también en Real de Álamos, justamente en una de las casas más grandes y lujosas de la colonia.

Fernando es como un hermano para mí. Nuestras madres son amigas desde antes de que naciéramos. Él tiene el pelo y los ojos negros. No es muy atlético pero sí muy inteligente. Aunque al principio es tímido, luego se suelta a hablar y no lo puedes callar. Adora las películas de detectives y es buenísimo para las adivinanzas. Siempre tiene un comentario atinado para cualquier situación. A veces parece que le tiene cierta envidia a Antonio, como si quisiera siempre competir contra él. Su carácter puede ser luego demasiado fuerte y en ocasiones parecer un poco rudo e hiriente con los que no lo conocen, pues siempre es muy sarcástico. Fernando es el amigo que nunca te falla en los momentos más críticos.

En la escuela los maestros nos llaman “los cuatro vientos” porque cuando nos juntábamos éramos como un ciclón, la verdad a mí nunca me gustó ese nombre, se me hacía muy elaborado, pero después de un tiempo nos acostumbramos y también en Real de Álamos nuestros padres se refieren a nosotros de esa forma.

Cuando salía a jugar, mis papás me encargaban siempre que cuidara a Laurita porque era chiquita…. Cosa que a veces me fastidiaba un poco, aunque todo era muy seguro en el parque y las niñas más grandes la invitaban a jugar con ellas siempre. Laura nunca salía de la casa sin un muñeco que tenía desde que nació… se trata de una vaca de peluche, de aquellas que tienen un hilo que jalas para hacer sonidos (el cual dejó de funcionar hace siglos), ya tiene un ojo medio descosido y siempre está mugrosa… ¡Y no la suelta para nada! Ella adora los juegos que requieren mucha imaginación y tiene demasiadas energías, yo siempre he dicho que está loca, pero es que corre por todas partes, nunca se está quieta excepto cuando le da por ponerse a dibujar con lápices de colores. –De grande voy a ser pintora– solía decirle a todos… y es que por lo mismo de su inquietud era un peligro con un lápiz en la mano… mamá se la pasa limpiando las paredes y siempre encuentra gatos morados, pajaritos verdes y soles sonrientes en sus cuadernos y libros de la escuela (mamá estudia idiomas y hace traducciones).

Yo con las niñas nunca he tenido problemas para relacionarme, puedo decir que tengo dos amigas principales que me ayudan a cuidar a Laura en el parque: Daniela y Gaby, quienes siempre están juntas aunque parecen agua y aceite.

Daniela es hermana menor de Antonio, igual que su hermano, tiene pequitas en la nariz y los ojos un poco rasgados, aunque los suyos no son claros. Está tan loca como Laura, pero es más extrema, nunca baja de los árboles ni de cualquier lugar alto a donde decida treparse. Es muy emocionada y siempre se ríe muy fuerte de todo. Cualquier cosa que hace Laura es motivo de celebración para ella y siempre usa algún medio de transporte alternativo, cuando no son patines es una bicicleta, o patineta, o patín del diablo, o una avalancha. Su cabello es negro y lo usa siempre con una cola de caballo.

Gaby es muy diferente, ella es tranquila y poco activa. Va en la escuela conmigo y siempre tiene las mejores notas. Se viste perfecto, habla perfecto, come perfecto y nunca se mete en problemas. Ella funciona como una conciencia para Daniela, pues siempre le explica las consecuencias de sus actos antes de cometer alguna salvajada. Cada día está leyendo algo diferente y ha leído acerca de todo. Gaby es pequeña, tiene unos ojos muy grandes y un cabello castaño, un poco rizado, que le llega a media espalda y lo adorna con moños y listones.

Una tarde estábamos todos en el parque jugando luchitas nosotros cuatro mientras que las niñas jugaban a brincar la cuerda o algo por el estilo Laura soltó un llanto amargo y repentino que me hizo zafarme de la urracarrana que me aplicaba Gerardo e ir corriendo a ver qué le pasaba…. Llegamos todos corriendo a verla y ella entre sollozos, suspiros y jalones de mocos empezó a decir:

–¡Mi vaca, mi vaca!

–¿Dónde la dejaste?

–Aquiiiiiiií

Sin pensarlo más corrí a mi casa y llamé a Monty, mi perro de raza Beagle que sabe rastrear muy bien para buscar la vaca de Laurita. El perro olfateó por el parque y de repente se arrancó a correr…. Y ahí vamos todos a perseguirlo, cruzó la calle sin fijarse, fue bueno que no lo atropellaron y vimos cómo se acercó rápidamente a la puerta misteriosa la cual….. ¡Estaba entreabierta! El perro nos llevaba muchísima ventaja, pues nosotros no podíamos cruzar la calle porque estaban pasando varios coches y mi hermanita no podía correr muy rápido…. Le eché un silbido a Monty con el poco aliento que me quedaba mientras le escuchábamos ladrar y salió de la puerta, la cual inmediatamente se cerró.

Monty se quedó sentado junto a la puerta con algo en el hocico que dejó caer. Eran dos piezas… Al instante pensé que la vaca de Laura se había partido en dos, pero cuando nos acercamos nos dimos cuenta de dos cosas…. Primero, la vaca estaba incompleta, de hecho, le faltaba una patita que seguro se había rasgado. Y segundo, la otra pieza que cayó no era la patita que le faltaba a la vaca, era algo muy extraño que nunca antes había visto.

Laura tomo su vaca, que ahora, además de tuerta estaba coja y abrazó y llenó de besos a Monty quien había sido el héroe del día…. La reacción de todos los demás fue completamente diferente…. Nos quedamos viendo a la otra pieza que estaba justo frente al perro aún ensalivada y luego volteamos a ver a la puerta ya cerrada… en silencio nos miramos unos a otros y fue Antonio quien tomó la iniciativa de levantarlo. Todos nos acercamos a verlo con excepción de Laura quien seguía aún disfrutando de su vaca tuerta y coja llena de babas de perro. Era un rollito de un papel café que teñía amarrado un listón rojo, largo como un tirante… todos nos quedamos extrañados pero nadie se atrevía a preguntar de qué se trataba… en lugar de eso volteamos a ver a Gaby.

- Es como un rollo de pergamino… ¿No? – dijo- Si… donde escribían en la antigüedad antes de que hubiera libros…. ¿Qué no saben?

- ¡Claro!, respondimos todos con cierta inseguridad…

Entonces Antonio se dispuso a abrirlo, lo iba a desenrollar, pero estaba muy húmedo por la saliva de Monty, estaba abriéndolo cuando un ruido nos hizo voltear a todos hacia arriba…. Estábamos justo debajo de una ventana de la casa tipo gringa… y alguien nos miraba seriamente…. Nancy. La miramos temerosos…. Y decidimos mejor marcharnos de ese lugar.

Nos fuimos a casa de Gerardo, quien vivía en la ubicación más neutral y ahí mismo todos excepto Monty, quien no tenía permitido entrar a esa casa (lo dejamos amarrado a un poste en la entrada de la casa, pobre), nos sentamos en la mesa mientras comíamos unos brownies con leche. Todos miramos a Toño y éste, con la ayuda de Gaby, cuidadosamente desenrolló el pergamino.